27.6.21

¡Qué efectos especiales admitiría la adaptación cinematográfica!

No tengo muy claro por qué escribo hoy: el post sobre La ciudad oscura ya me costó un triunfo. Por diversos motivos que no vienen al caso, estoy absolutamente desganada y no hay nada peor que hacer las cosas sin entusiasmo alguno. Difícilmente voy a disfrutar de un libro si no me apetece nada leerlo. Habrá quien replique "¿Pues para qué lees, entonces?", pero eso tiene fácil respuesta: menos aún me apetece fregar la cocina, planchar la ropa o estudiar legislación y tampoco puedo dejar pasar la vida en las redes sociales. Al menos ir tachando libros de la lista de pendientes me da la sensación de no haber malgastado todo mi tiempo, aunque no sea justo para la obra en cuestión. Esta vez le ha tocado el turno a El arte salvaje, de Juan González Mesa, autor que ha ganado premios pero al que no conocía.

Un inciso: acabo de darme cuenta de que siempre utilizo los enlaces a las versiones impresas de los libros. Tengo un libro electrónico que me regaló mi pareja con la vana esperanza de reducir la cantidad de papel en casa, pero el plan no le salió bien.

Compré mi ejemplar de El arte salvaje en la Feria del Libro de Tomares. Me llamó la atención que las Musas estuvieran reclutando un ejército entre los artistas para defender la Tierra del ataque de los ángeles. Hace tantos años que sólo recuerdo que me pareció un libro hermosísimo leí La ciudad poco después, de Pat Murphy, en el que una serie de artistas se aprestan a defender su ciudad en un mundo post-apocalíptico. Ha pasado tanto tiempo que no puedo añadir ningún detalle más, salvo que los personajes me inspiraron mucha ternura y que en cuanto vaya a casa de mis padres lo recuperaré para leerlo de nuevo. A las Musas las ha despertado Polimnia, que infiltrada en el culto cristiano es la única que había conseguido permanecer activa y despierta. La idea de que los dioses cuyo culto cae en el olvido pierden su poder me hizo pensar en Terry Pratchett y sus Dioses menores ("¡Hágase la lechuga!"), aunque juraría que es una idea que he visto en más libros.

Honestamente, la parte concerniente a las Musas me pareció muy traída por los pelos. Sí, el culto al panteón grecorromano fue abandonado, pero Polimnia consiguió apoyo a través de los himnos de los monoteístas. Algo se me escapa, porque con esos cantos se loaba a otro dios, no a ella, así que por esa regla de tres sus hermanas debían obtener una fuerza similar desde el momento que la Historia, la ciencia, la danza y otras formas de arte seguían siendo cultivadas. O hubieran despertado en el Renacimiento, cuando quizá no se las adorase pero se las reconocía y la mitología era una excusa maravillosa para enseñar una teta en un cuadro. De un modo u otro, la primera interlocutora que encontramos en la novela es Calíope, que viene a decirnos que somos gilipollas y que no tenemos ni puta idea de mitología, así que nos toca tragar con lo que nos cuente (por ejemplo, su definición de héroe como hijo de dios y mortal tampoco me cuadró: Odiseo quizá sea nieto de Hermes y protegido de Atenea, pero que yo sepa ni Laertes ni Anticlea eran dioses; hay alguna versión que atribuye a Belerofonte progenitores humanos, aunque algún abuelo olímpico también pueda colarse. También asocio generalmente a las Musas con el Parnaso o al monte Helicón, así que todo el montaje de "El Lago" me resultó un tanto extraño. Tengo que investigar un poco por ese lado). En fin, quiénes somos nosotros para contradecir a la musa, que por ser quién es debe saber de lo que habla. Menuda capulla. No fue un buen comienzo.

A pesar de no gustarme en absoluto Calíope, que nos conducirá a lo largo de seiscientas páginas y mantendrá un tanto la coherencia en una historia que salta de un personaje a otro y de un año al siguiente, hay que reconocer que el planteamiento no está mal: en un mundo donde se ha alcanzado la paz, a finales del siglo XXI, regresa el terrorismo. La lucha sindical amenaza el equilibrio de la economía. Surgen ciertas tensiones entre países y entre las confederaciones que los aglutinan. Las empresas que facilitan las armas a los ejércitos que deben mantener la paz se amparan en su dominio de la tecnología para inutilizarlas y obstaculizar a las Naciones Unidas. Albert Cunnie, un espía (doble, triple, creo que se llega a mencionar quíntuple), ha descubierto una secta de satanistas que ha conseguido infiltrar a los suyos en todos los gobiernos, consejos de empresa y organizaciones que rigen el mundo. No sólo ha renacido el culto a Satán, sino que los católicos también se han radicalizado y curiosamente los que han retomado la adoración al panteón nórdico se dedican a luchar contra los fascistas. Tras un asalto a unas instalaciones de ingeniería genética, aparecen los ángeles y comienza la destrucción de las ciudades. Con la humanidad al borde de la Tercera Guerra Mundial, nadie está preparado para semejante amenaza externa.

No quiero meterme en más honduras para no estropearle la historia a nadie, así que sólo añadiré que los ángeles van buscando a la camada de Osiris. Menciono este detalle sólo porque durante buena parte del libro son camada y luego pasan a ser denominados manada. Podría pensarse que es alguna sutil manera de referir la madurez que puedan ir alcanzando sus integrantes, pero al final del libro se vuelve a la nomenclatura original. No sé si es un fallo de edición o si hay alguna intención que soy incapaz de aprehender.

He comentado que los dioses necesitan creyentes para poder ejercer su poder. La sinopsis de la contraportada ya menciona a Thor, así que creo no estropear la diversión a nadie si os anticipo ya que dicho dios aparece en estas páginas. No recuerdo qué personaje se refiere a él como Balder y eso me confundió muchísimo: Balder es una deidad completamente diferente y su muerte será uno de los desencadenantes del Ragnarok. ¿Otra sutileza que me he perdido? ¿Habrá una segunda entrega en la que Thor sufra alguna desgracia y el fin del mundo esté aún más cerca? No en vano se hace mucho hincapié en la idea del ciclo y el final es bastante abierto: se gana una batalla, pero en absoluto se gana una guerra. Las acciones de los personajes han abierto nuevas vías que han de tener consecuencias. Quizá nombrar a Balder sea augurio de una continuación con un final más contundente, con menos sensación de tregua.

Lo he comentado en alguna ocasión: yo no escribo críticas, ni reseñas, ni pretendo que nadie entienda nada de lo que aquí describo. Cuento mis impresiones y mi experiencia subjetiva con el libro, así que el meollo del asunto es ¿qué me ha parecido? La respuesta es que me ha gustado, pero sin entusiasmarme. Ya anuncié que la leí con las mismas ganas que estoy tecleando este post, ningunas, así que la cantidad de páginas que se toma para plantear la situación y la tensión en los enfrentamientos y batallas me impacientaron. En otras circunstancias hubiera agradecido tanta cantidad de elementos, porque suponen una trama elaborada en la que no se deja ningún aspecto desatendido, pero yo quería saber cómo se iba a resolver todo.

Un inciso (el segundo): fui a un taller de narrativa en la Casa Tomada y María José Barrios nos contó que debíamos crear ciertas expectativas en el lector y satisfacerlas. Le contesté que por qué, que George R.R. Martin había matado al que parecía el héroe netamente bueno de Canción de hielo y fuego bastante pronto. No recuerdo si alegó que ese autor se lo podía permitir y era la excepción, pero yo estoy muy cansada de presuponer que todo va a salir bien porque un protagonista tiene que llegar al final de la novela. Cuanto más vieja me hago, más me gusta la devastación. En El arte salvaje se aprovecha que hay tantísimos personajes relevantes (hay muchas organizaciones implicadas en un ataque a nivel mundial) para matar a cualquiera a quien pudieras coger cierto cariño. Más o menos se perfila quiénes van a llegar vivos hasta la última página, pero algunas muertes sí me cogieron por sorpresa. Ese aspecto de la obra me ha gustado mucho.

No sólo hay muchos personajes, sino que se reúnen todos los ingredientes que puedan imaginarse en los géneros fantástico y de ciencia ficción. Quizá me faltaron magos en el sentido literal de la palabra y viajes en el tiempo, pero hay rituales, robots de combate, una amenaza que viene del cielo, ingeniería genética, espionaje, animales mejorados que aprovechan el momento de anarquía para establecer su propia sociedad, casas domóticas que contienen incendios devastadores, vampiros, ángeles, demonios, deidades mitológicas. Es una obra completísima que seguro que despierta interés por alguno de los muchos aspectos que presenta. Seguro que en otras circunstancias la hubiera disfrutado muchísimo.

A ver si la siguiente lectura me pilla más animada.

No hay comentarios: