27.5.21

¿El Infierno? Ya estamos en él

No hace mucho, la editorial Gigamesh organizó un outlet. Me gustan la ciencia ficción y la fantasía, aunque últimamente tenía bastante abandonados ambos géneros, así que aproveché la ocasión y, entre otros, compré Mundo Infierno, de Philip José Farmer. Han pasado muchos años desde que leí sus novelas de Mundo Río, pero tenía buen recuerdo de ellas y parece ser que Mundo Infierno contiene la semilla de aquellas otras.

Jack Cull está en el Infierno. No tiene muy claro por qué. Sentía cierto rencor hacia alguien del trabajo y sospechaba que su esposa le era infiel, pero no parece justo que sentimientos tan nimios lo hayan condenado. No hay atardeceres ni amaneceres, porque no hay un horizonte por el que pueda ascender el sol, y la comida no es gran cosa, pero básicamente vive en un remedo de la vida en la Tierra. De hecho, ya hay allí más humanos que demonios y por tanto han desplazado a estos últimos a tareas serviles, pero todos tienen que trabajar para mantenerse. En ese aspecto, Cull ha tenido suerte: trabaja para el Intercambio, algo que parece ser un organismo de gobierno cuya función no me quedó clara, pues sus instalaciones se describen como una enorme plataforma de telemárketing en la que se reciben llamadas constantes de a saber quién y para qué. Sea lo que sea, los llamantes facilitan cierta información que es debidamente evaluada y se va trasladando a los cargos superiores en función de su relevancia.

En el caso concreto de nuestro protagonista, la llamada recibida versa sobre X, el Salvador Oscuro, un Jesucristo con gafas de sol que aparece en ocasiones junto con el equipo que recoge los cadáveres. Morir en el Infierno es apenas un respiro, porque todos regresan. Sea como sea, ese personaje es de interés para el Intercambio y mandan a Cull a encontrarse con el informador. De paso, habrá de escoltar a la amante de un alto cargo que también lo fue suya. Frígida, nunca lo usó para el placer, sólo para tener acceso a puestos más altos.

La idea de que el Infierno consiste en repetir una vida insulsa e infeliz era algo que ya se me había ocurrido (ya se sabe: el infierno son los demás, ya estamos en él) y por tanto me ha gustado mucho encontrarla aquí. El protagonista siente envidia de aquellos que encuentran placeres de los que él no puede disfrutar. La muerte es como dormir, un descanso de tanto hastío, pero apenas es un respiro antes de volver a los días repetitivos. 

Otra idea que me ha gustado bastante es la del Salvador Oscuro. ¿Dónde estuvo Jesús durante los tres días transcurridos entre su muerte y su resurrección? En el Infierno, dando a los precristianos la opción de salvarse. Sin embargo, quizá el Salvador no pudo salir indemne de aquella estancia. O lo que salió del Infierno no fue Cristo, sino otra cosa... Ocurriera lo que ocurriese, hay devotos que piensan que pueden encontrar la salvación y buscan a X. Uno de ellos fue quien llamó al Intercambio y a quien Cull unirá su destino en un momento en que todo empieza a desaparecer: el Infierno es un lugar plástico, amoldable, que se expande cuando alguna desgracia en la Tierra propicia la llegada de gran cantidad de almas, pero algo muy grave debe haber ocurrido cuando todo se sacude, se licúa y se transforma a su alrededor.

Es una lástima que un planteamiento que me parecía tan interesante se vuelva en ese momento un deambular por las entrañas del infierno. Cierto es que servirá para ir descubriendo dónde se encuentran en realidad, pero durante muchas páginas los vi sacudidos, golpeados, tambaleándose por suelos que se curvan, desconcertados y no conseguía ver qué aportaba tanto ajetreo. Por suerte, su odisea alcanza el fin deseado: encuentran quien les explique qué es aquel mundo, qué hacen allí. No voy a extenderme al respecto, pero ¡ah, tanto golpe, tanto demonio muerto, tanto pasillo destruido han merecido la pena! No soy persona que se pregunte sobre la naturaleza del alma, convencida de que es algo que un triste animal se ha inventado para dar sentido a su vida y encarar su mortalidad, pero la teoría expuesta en Mundo Infierno para explicar la existencia de ese mundo me ha gustado lo suficiente como para compensar las páginas que me aburrieron.

Nunca he sido capaz de llevar un diario de lectura, pero parece que este blog finalmente se va a convertir en uno...