7.8.21

Muerte solo hay una y habla con mayúsculas

Como ya comenté, se murió uno de mis perros. Las fases del duelo siguen su curso, pero parece que esta pérdida ha dado aún más relieve a otros asuntos que trataba de sobrellevar (la migraña, el trabajo, cuestiones diversas) y, honestamente, no estaba en la mejor disposición cuando leí Su muerte, gracias, de Abel Amutxategi, a pesar de que elegí esta lectura con el propósito de animarme.

A Samuel lo ha enchufado su futuro suegro en su empresa, que se encarga de facilitar el suicidio a aquellos que desean abandonar esta vida por cualquier motivo (aunque sea desairar a los herederos). Empujar a la muerte a los clientes pesa en la conciencia de Samuel, así que su productividad es nula. Su novia pretende que pida su mano, su suegro prefiere despedirlo y la única clienta que podría sacarlo de apuros es una anciana de ideas fijas, que decide no quedarse muerta y aun así reclama que no se han cumplido los términos del contrato. Sumemos a los compañeros de trabajo de Samuel, una mujer despampanante cuya inclinación por lo escatológico hace que adore su labor y un friki con unas tendencias obsesivas que no pueden dejar indiferente a nadie que tenga conocimiento de ellas, y tenemos un planteamiento bastante prometedor. ¿Cuál es el problema pues? Básicamente, que la Muerte es un personaje de la obra y que hay notas a pie de página.

Habrá quien piense "¿Que la Muerte es un personaje y que hay notas a pie de página son tus objeciones a la novela? ¡Qué ridiculez!", pero no sé dónde encontré que "Somos lo que leemos": da la casualidad de que yo soy lectora de Terry Pratchett y las comparaciones son odiosas. No recuerdo en qué novela se afirmaba que la Muerte (que en las obras de Discworld se identifica fácilmente porque habla con mayúsculas) odiaba que la retasen a una partida de ajedrez porque nunca recordaba cómo se movía el caballo; en otra se describe la biblioteca de la Muerte inundada por el sonido de la arena al caer de infinitos relojes de arena; y en Dioses menores se abandona al villano de la historia en un desierto infinito. Cierto es que en Su muerte, gracias, se incide muchísimo en la idea de que la Muerte está estudiando con ahínco para mejorar su juego, aunque cualquier humano que se le cruce es Kaspárov; que en medio del desierto el autor incluye una cabaña en la que el muerto encontrará el Más Allá; y que se da un uso a la arena que yo no recuerdo en la obra de Pratchett, pero ya se me aparecían gastadas todas las gracias. Sumemos a que Pratchett es un artista de las notas a pie de página y es comprensible que yo emprendiese esta lectura con un fardo muy pesado a mis espaldas. ¡Incluso aparece una tortuga gigante en una escena, aunque no sea tan grande como para portar a los cuatro elefantes que sujetan el mundo en sus espaldas!

Las comparaciones son odiosas.

Lo mejor es que no sé si este hombre conoce si quiera la serie de Discworld. Tal vez sí la conoce y esta obra es un tremendo homenaje. Es lo primero suyo que leo y no sé nada sobre su persona, su trayectoria o sus referencias, pero las que yo tenían han pesado mucho.

No todo es negativo, he de reconocer que la iniciativa empresarial y las distintas formas de captar clientes y ramificar el servicio son originales. Hay situaciones que muy propias de comedia, con el protagonista afrontando dificultades que le impiden acudir a las citas con su pareja y enredos varios. La novela es muy ligera, divertida en alguna ocasión, hay que reconocer que se lee muy bien. Sencillamente, no era para mí.