17.8.08

Una pena, lo de la edición...

No suelo estar al tanto de las novedades editoriales, sino que suelo ir a las tiendas y mirar. En Nostromo, la tienda donde compro el manga, sí tengo localizados los lanzamientos de manga de cada semana, porque los colocan siempre en la misma estantería, pero en el resto de librerías me limito a mirar y a llevarme la edición de bolsillo que me llame la atención en ese momento. Por tanto, lo mío como Mouse Guard: otoño 1152 fue amor a primera vista: no sabía ni de qué iba, ni quién era el autor, ni cuánto me iba a costar la broma, ¡nada!, pero esos tres ratoncitos asomando por entre el follaje, tan lindos pero tan aguerridos a la vez, me robaron el corazón al verlos allí expuestos en su correspondiente estante. Sumémosle a eso que me gusta mucho todo lo que esté ambientado en el medioevo y ya tenemos a la Carbo rumiando todo el día "Joder, es que son veinte euros, ¡pero lo quiero! Más adelante, más adelante, que son veinte euros, ¡pero lo quiero!". Sucedió lo que tenía que suceder y cuando fui a comprarlo, ya no quedaban ejemplares, de modo que tuve que encargarlo y armarme de paciencia.



Lo cierto es que encargué el tomo y seguí acumulando las ganas de leerlo sin buscar información al respecto, así que nada sé de los premios que ha acumulado esta obra ni de la vida y milagros de su autor. Tan sólo sé que ayer recogí el cómic de la tienda y, tras leerlo, tres son las conclusiones: la primera, que me ha gustado mucho y ha sido dinero bien invertido, es un tomo precioso y entretenido; la segunda, que yo esperaba un reflejo de la sociedad medieval y sin embargo no se trata de una obra histórica en absoluto, lo único que hay aquí de la Edad Media son los atuendos, los artesanos y los escenarios; la tercera, que es una pena lo que Norma ha hecho con los diálogos y la tipografía.

Como decía, yo esperaba realmente una adaptación de algún hecho significativo acontecido en otoño de 1152 en algún país europeo. Como no tengo ni idea de Historia (soy de ciencias puras y lo que estudié sobre esta materia en la EGB y en el instituto ya me queda muy lejos), no sabía muy bien qué hechos serían esos, pero Mouse Guard parte de una supuesta guerra contra las comadrejas que ha dejado el país de los ratones en un estado de inseguridad y no conseguí encontrar ninguna analogía con la historia real. Sin embargo, a pesar de que al principio me desilusionó un poco, mi desdicha duró poco: tras la guerra, los caminos son inseguros y los guardianes (los componentes de la Guardia Ratón que da título a la obra) son los encargados de garantizar que las caravanas, con sus mercancías y viajeros, lleven sus viajes a buen término, así como vigilar a los predadores y salvaguardar las fronteras. La organización es un matriarcado, y es la matriarca Gwendolyn quien envía a los tres protagonistas a la búsqueda de un mercader de grano desaparecido. A raíz de esta búsqueda se desentrañará un complot que conspira contra el matriarcado y que pretende levantar al pueblo en armas en virtud de una vieja leyenda: la de un guardián conocido como el Hacha Negra.

No cuento aquí nada que no destripe Norma en la sinopsis que ha colgado del tomo en su web, así que no os asustéis...

Como decía, nada de Historia en el tomo, pero las ilustraciones me dejaron tan epatada que la trama era lo de menos. Una trama entretenida, dinámica, con algún giro un tanto extraño en alguna ocasión (por ejemplo, el desempeño de Liaem en el ejército rebelde, que no me quedó claro por qué se descubre de esa manera, o por qué se perdona la vida de los otros dos y cómo llegan a casa del ermitaño), pero desarrollada mediante unas imágenes increíbles. Se trata de una obra muy hermosa, no sólo por el grado de detalle en los paisajes, en las ciudades, en el interior de las casas, ni por la expresividad de los ratoncitos, sino por esas páginas en las que se narra la leyenda del Hacha Negra como si se leyera de un códice antiguo o las ilustraciones finales: hay una en la que Sadie (una guardiana) está avivando el fuego de una chimenea y el estudio de luces es increíble. Todo el tomo es un regalo para los ojos y sólo por eso ya merece la pena pagar los veinte euros.

La historia está dividida en cinco capítulos. Cada uno de ellos está encabezado por un texto sobre los guardianes y algún párrafo significativo sobre alguna obra relacionada con esta organización y su ética, lo cual siempre da entidad a la ficción que se está leyendo y por tanto es un detalle que a mí me gusta mucho. Para más inri, y aquí sí se ve Edad Media, hay un apéndice que narra cómo es la sociedad de los ratones y se describen los diferentes oficios de los habitantes de las ciudades: hay preciosas escenas de alfareros, molineros, panaderos, carpinteros y los diversos aperos que utilizan. Sin embargo, no sólo ética y antropología (¿ratonpología?) vive el hombre y a mí siempre me han gustado las escenas de lucha con espadas, así que éstas tampoco faltan en el desarrollo de la acción. Se trata de una historia bastante movidita.

¿La pega? Que Norma no debe haberle pagado a sus correctores, porque he encontrado tiempos compuestos en los que le falta la hache al verbo haber, Sadie es a veces macho (durante el segundo capítulo) y a veces hembra (al final, cuando Gwendolyn cuenta cuál va a ser el destino de sus guardianes), las vasijas adornadas están "gravadas" (será que, lógicamente, con el adorno cuestan más caras o pagan impuestos como artículos de lujo), algunos signos de interrogación están puestos al azar y algunas palabras se interrumpen de una forma totalmente anómala ("cor-red", he llegado a ver). Todo esto estropea el magnífico escenario en que se desarrollan estos diálogos tan pésimamente escritos, sin contar que la fuente escogida es muy sosa y a veces parece excesivamente grande para los bocadillos. Comprendo que los bocadillos son muy pequeñitos, pero la letra a veces se solapa con el borde de estos y parece metida con calzador. Para más inri, las comas se parecen sospechosamente a los puntos y, claro, si unimos una puntuación complicada a una ortografía horrenda, el resultado no es muy alentador.

En conclusión, es una pena lo que Norma ha hecho con este cómic, porque he disfrutado muchísimo hojeándolo pero me han estropeado la lectura. Aún así, quiero saber cómo pasarán el invierno los ratoncitos y probablemente vuelva a gastarme veinte euros en un tomo similar...

¿El siguiente dispendio de este estilo? Estoy esperando a que me traigan Midnight Nation, aunque esta vez se trata de una obra que leí hace mucho tiempo, en otro formato, y sólo quiero tener mi propio ejemplar para poder releerlo y ver si me sigue gustando tanto como la primera vez.

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