No tengo demasiadas ganas de meterme a analizar en profundidad la trilogía de la Materia Oscura, de Philip Pullman: él mismo reconoce que su trabajo bebe de sus lecturas y hay ideas en su obra que no son nuevas en absoluto, pero a cambio introduce tantos conceptos originales que la mera idea de la obra ya es maravillosa. Sin embargo, para mi gusto, le falla el ritmo narrativo, porque se ha tratado de una lectura que me ha emocionado en muy contadas ocasiones a pesar de la gran cantidad de acción que contiene. Yo soy así de rara y sólo me gusta lo que leo cuando puedo conectar de alguna manera con la historia y los personajes. Con la Materia Oscura he sido una espectadora ajena a los acontecimientos y eso supone demasiada frialdad como para sumarme a la legión de adoradores de esta obra.
No obstante, me quedo con un párrafo que describe bien lo ajenos que siento a veces determinados aspectos de mi propia vida:
"El amor era como China: sabías que existía, y debía de ser muy interesante, y algunas personas iban allí, pero yo no iría. No iría jamás en la vida a China, pero no importaba, porque podía visitar el resto del mundo."
No obstante, me quedo con un párrafo que describe bien lo ajenos que siento a veces determinados aspectos de mi propia vida:
"El amor era como China: sabías que existía, y debía de ser muy interesante, y algunas personas iban allí, pero yo no iría. No iría jamás en la vida a China, pero no importaba, porque podía visitar el resto del mundo."
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