Quien me conozca un poco sabe que, aunque abandonase el foro, sigo siendo un miembro activo de BookCrossing. Fue a través de esa web que llegó a mis manos El séptimo secreto, de Irving Wallace. Supongo que, de otra manera, jamás habría leído esta novela, pero nos la donó un particular para que la liberásemos por Sevilla (actualmente está perdida en Barcelona) y, como a mi padre le encanta este tipo de literatura facilona, la aparté para él. Ya que estaba en casa, la leí yo también.
Puede que el autor escribiera bestseller como churros y que alguna de sus obras fuera llevada a la gran pantalla pero, honestamente, El séptimo secreto no me anima precisamente a leer más novelas suyas: aunque se escribió en 1985, cuando yo ya estaba en el mundo, desprende el mismo tufillo que otras tantas películas de la época y que no atino a describir correctamente... Es una extraña mezcla entre la liberación de la mujer y el machismo, como cuando Michael Knight (el de El coche fantástico) iba a proteger a una muchacha que en sus ratos libres se resistía a entregar su negocio a la mafia, pero a la que se le caían las bragas al suelo en cuanto veía los ojitos claros del prota. A ver si contando un poco de qué va la cosa, puedo desarrollar un poco esta idea de mujer liberada que en el fondo aún ansía un macho que la proteja, para que se entienda:
El padre de Emily es un eminente historiador que está trabajando en la biografía definitiva de Hitler, pero un "desgraciado accidente" acaba con su vida cuando al fin había encontrado la prueba definitiva de que el dictador sigue vivo. Emily, que es una muchacha emancipada que no hace mucho que ha roto con su prometido y está tan entregada a su carrera que no se deja seducir por las veleidades (esto es, te la describen como una mujer liberada, pero no lo suficiente como para tirarse al primero que le insinúe; atractiva, pero en absoluto vanidosa y que tampoco se excede a la hora de arreglarse; una mezcla entre moderna y reprimida bastante curiosa), decide que su nueva misión en la vida es finalizar el trabajo que su padre no pudo terminar así que, ni corta ni perezosa, hace las maletas y se marcha a Alemania a seguir las pistas que condujeron a su padre a la muerte.
Por otro lado, Tovah es una espía del Mossad, hermosísima, inteligentísima y otras cosas acabadas en -ísima, que está embarcada en la búsqueda de antiguos cabecillas nazis para llevarlos ante la justicia, de modo que la posible supervivencia de Hitler le interesa muchísimo; hay un periodista cuyo nombre no recuerdo (leí el libro allá por octubre de 2007) que cubrió la noticia de la muerte del historiador y por tanto desea seguir explotando el filón de esa historia; el director de un museo interesado en las pinturas del dictador; y Foster es un arquitecto interesando en la arquitectura del Tercer Reich que quiere hablar con el padre de Emily para concretar determinados datos sobre los búnker que el Führer se hizo construir. Emily no conoce a ninguno de los cuatro y, aunque sabe que la muerte de su padre es un asunto turbio que debe rodearse de secretismo porque cualquiera que estuviera al corriente de la investigación puede ser quien ordenó el asesinato, en cuanto se encuentra a estos personajes los hace partícipes de todo lo que sabe y les entrega su confianza. En el caso del periodista tiene cierta lógica, dado que el buen hombre se pone en contacto con ella para contarle todo lo que sabe sobre el asesinato del historiador, por qué sospecha que fue asesinato y no accidente, etc, se involucra de forma voluntaria, pero ¿qué clase de persona que sabe que su vida corre peligro se lo cuenta a dos absolutos desconocidos durante una cena? ¿En qué se basa para saber que puede confiar en ellos? ¿En que Emily sintió una excitación sexual irrefrenable en cuanto vio a Foster por primera vez?
He aquí otro punto irritante de la novela: Emily tiene una suerte increíble, por confiarse a personas que la van a ayudar, pero esa confianza no está justificada en un principio. Demasiada casualidad, demasiado rápido. Pero su historia con Foster es casi peor, porque esos amores apasionados al primer vistazo, sin haber cruzado palabra, siempre me han chocado muchísimo. La mera visión de Foster, su indudable virilidad, carisma o como quiera denominarse a esa presencia de macho que tanto gusta en las novelas románticas (estoy pensando en La novia de la bestia, que ya comenté en este blog, por ejemplo), hacen que Emily se sienta insegura porque Tovah es mucho más atractiva que ella, pero que aún así haga por arreglarse y agradar. Que Foster la corresponda ipso facto y el amor se convierta en algo irrefrenable me parece una triste excusa para justificar las escenas de sexo, nada escandaloso pero sí muy explícito. En seguida se establece ese tipo de relación en que la mujer es fuerte y decidida, sí, pero él es más fuerte y más decidido y por tanto se erige en protector. En este aspecto, el libro me pareció asquerosamente machista y retrógrado.
No voy a destripar demasiado la novela, por si alguien siente curiosidad por el título y desea leerla, pero si hasta ahora todo lo que he contado hace que parezca algo un tanto inane, lo que no voy a contar es igualmente carente de interés, debido a lo lineal de la trama. Emily no se va a encontrar a ningún personaje intrascendente, sólo va a conocer gente empeñada en matarla o en salvarla, con lo cual hay muy poquitos personajes y semejante relación entre ellos hace que las casualidades parezcan demasiados forzadas y se note demasiado que el autor nos está llevando por dónde él quiere de la forma en que él quiere. Por si fuera poco, todo esto conduce a un final disparatado e increíble, que ni siquiera es racional o comprensible en el marco de la guerra fría de los ochenta (cuando fue escrito el libro), porque los planes de los nazis en la sombra, esos que protegen a una Eva Braun que no murió y que planean el resurgir del III Reich tienen tantos quizá y tantos elementos imprevisibles y azarosos que no hay quien se los crea.
Por tanto, una novela prescindible, absurda y olvidable, hasta tal extremo que si la he comentado hoy es porque comencé el borrador cuando la leí y me daba pena borrarlo sin tirarle antes un poco de tierra encima a esta obra :P
Puede que el autor escribiera bestseller como churros y que alguna de sus obras fuera llevada a la gran pantalla pero, honestamente, El séptimo secreto no me anima precisamente a leer más novelas suyas: aunque se escribió en 1985, cuando yo ya estaba en el mundo, desprende el mismo tufillo que otras tantas películas de la época y que no atino a describir correctamente... Es una extraña mezcla entre la liberación de la mujer y el machismo, como cuando Michael Knight (el de El coche fantástico) iba a proteger a una muchacha que en sus ratos libres se resistía a entregar su negocio a la mafia, pero a la que se le caían las bragas al suelo en cuanto veía los ojitos claros del prota. A ver si contando un poco de qué va la cosa, puedo desarrollar un poco esta idea de mujer liberada que en el fondo aún ansía un macho que la proteja, para que se entienda:
El padre de Emily es un eminente historiador que está trabajando en la biografía definitiva de Hitler, pero un "desgraciado accidente" acaba con su vida cuando al fin había encontrado la prueba definitiva de que el dictador sigue vivo. Emily, que es una muchacha emancipada que no hace mucho que ha roto con su prometido y está tan entregada a su carrera que no se deja seducir por las veleidades (esto es, te la describen como una mujer liberada, pero no lo suficiente como para tirarse al primero que le insinúe; atractiva, pero en absoluto vanidosa y que tampoco se excede a la hora de arreglarse; una mezcla entre moderna y reprimida bastante curiosa), decide que su nueva misión en la vida es finalizar el trabajo que su padre no pudo terminar así que, ni corta ni perezosa, hace las maletas y se marcha a Alemania a seguir las pistas que condujeron a su padre a la muerte.
Por otro lado, Tovah es una espía del Mossad, hermosísima, inteligentísima y otras cosas acabadas en -ísima, que está embarcada en la búsqueda de antiguos cabecillas nazis para llevarlos ante la justicia, de modo que la posible supervivencia de Hitler le interesa muchísimo; hay un periodista cuyo nombre no recuerdo (leí el libro allá por octubre de 2007) que cubrió la noticia de la muerte del historiador y por tanto desea seguir explotando el filón de esa historia; el director de un museo interesado en las pinturas del dictador; y Foster es un arquitecto interesando en la arquitectura del Tercer Reich que quiere hablar con el padre de Emily para concretar determinados datos sobre los búnker que el Führer se hizo construir. Emily no conoce a ninguno de los cuatro y, aunque sabe que la muerte de su padre es un asunto turbio que debe rodearse de secretismo porque cualquiera que estuviera al corriente de la investigación puede ser quien ordenó el asesinato, en cuanto se encuentra a estos personajes los hace partícipes de todo lo que sabe y les entrega su confianza. En el caso del periodista tiene cierta lógica, dado que el buen hombre se pone en contacto con ella para contarle todo lo que sabe sobre el asesinato del historiador, por qué sospecha que fue asesinato y no accidente, etc, se involucra de forma voluntaria, pero ¿qué clase de persona que sabe que su vida corre peligro se lo cuenta a dos absolutos desconocidos durante una cena? ¿En qué se basa para saber que puede confiar en ellos? ¿En que Emily sintió una excitación sexual irrefrenable en cuanto vio a Foster por primera vez?
He aquí otro punto irritante de la novela: Emily tiene una suerte increíble, por confiarse a personas que la van a ayudar, pero esa confianza no está justificada en un principio. Demasiada casualidad, demasiado rápido. Pero su historia con Foster es casi peor, porque esos amores apasionados al primer vistazo, sin haber cruzado palabra, siempre me han chocado muchísimo. La mera visión de Foster, su indudable virilidad, carisma o como quiera denominarse a esa presencia de macho que tanto gusta en las novelas románticas (estoy pensando en La novia de la bestia, que ya comenté en este blog, por ejemplo), hacen que Emily se sienta insegura porque Tovah es mucho más atractiva que ella, pero que aún así haga por arreglarse y agradar. Que Foster la corresponda ipso facto y el amor se convierta en algo irrefrenable me parece una triste excusa para justificar las escenas de sexo, nada escandaloso pero sí muy explícito. En seguida se establece ese tipo de relación en que la mujer es fuerte y decidida, sí, pero él es más fuerte y más decidido y por tanto se erige en protector. En este aspecto, el libro me pareció asquerosamente machista y retrógrado.
No voy a destripar demasiado la novela, por si alguien siente curiosidad por el título y desea leerla, pero si hasta ahora todo lo que he contado hace que parezca algo un tanto inane, lo que no voy a contar es igualmente carente de interés, debido a lo lineal de la trama. Emily no se va a encontrar a ningún personaje intrascendente, sólo va a conocer gente empeñada en matarla o en salvarla, con lo cual hay muy poquitos personajes y semejante relación entre ellos hace que las casualidades parezcan demasiados forzadas y se note demasiado que el autor nos está llevando por dónde él quiere de la forma en que él quiere. Por si fuera poco, todo esto conduce a un final disparatado e increíble, que ni siquiera es racional o comprensible en el marco de la guerra fría de los ochenta (cuando fue escrito el libro), porque los planes de los nazis en la sombra, esos que protegen a una Eva Braun que no murió y que planean el resurgir del III Reich tienen tantos quizá y tantos elementos imprevisibles y azarosos que no hay quien se los crea.
Por tanto, una novela prescindible, absurda y olvidable, hasta tal extremo que si la he comentado hoy es porque comencé el borrador cuando la leí y me daba pena borrarlo sin tirarle antes un poco de tierra encima a esta obra :P
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