26.1.08

Seix Barral y la movida de la liberación

En octubre de 2007 abandoné definitivamente el foro de BookCrossing, un tanto aburrida de que la gente pidiera consejo sobre cómo abordar a alguien que le interesase o cómo instalar el antivirus y que el mero hecho de disentir supusiera convertirse en una flamer: antes, era la encargada de atender a la prensa en Sevilla cuando de temas beceros se tratase, pero al dejar el foro, dejé el cargo. De todos modos, soy asquerosamente tímida y nunca me han gustado las fotos, así que el ver venir al periodista con una cámara me ponía bastante enferma. Menos mal que la televisión solía pasar bastante de los temas beceros y, por tanto, salvo un reportaje en Andalucía Directo en el que casi me sacan a rastras (el reportero nos hizo salir a todos los beceros que llevamos libros para que salieran; insistía en que toda la información por teléfono se la había dado yo y, por tanto, me tocaba salir en la tele), había mantenido mi imagen bastante resguardada. Si no soy capaz de hacerme una foto con un amigo, ¿cómo carajo me voy a ofrecer a salir en los periódicos?

Pero todo eso era agua pasada. Yo ya sólo tengo que ver con BookCrossing para temas de registro y liberación (y con los usuarios que son amigos, claro), así que cuando la encargada de prensa a nivel nacional me dijo que la gente de Seix Barral nos quería pasar cincuenta libros para liberarlos el veintiséis de enero, me pareció bien: hacer las notas de liberación y darse un paseíto por el parque no requiere demasiado esfuerzo. De hecho, ya me había olvidado de todo esto cuando me llegó un mail avisando de que se nos iban a enviar los libros, a dos semanas de la fecha señalada. Como tenían que enviarnos los libros, etc, me pareció que iban un poco justos de tiempo, pero semejante inicio no era nada comparado con el circo que se ha terminado montando:

Cuando me avisaron de que iban a mandar los libros, yo estaba haciendo un curso de formación y no llegaba a mi casa hasta las cinco de la tarde, así que indiqué que el envío se entregase después de esa hora o no iban a pillar a nadie para recogerlo, dado que mis padres y mi hermana estaban por ahí. Pues bien, la mensajera llegó a mi casa a las dos de la tarde. Si no me hubiera puesto enferma en el curso y me hubiera vuelto a casa antes de lo previsto, a saber cuándo iba a poder disponer de los libros, porque en ocasiones las mensajerías no vuelven a probar suerte, sino que te dejan un aviso para que tú recojas el paquete (no sé si éste hubiera sido el caso, pero me encantó leer eso de "Entregar a partir de las 17:00" impreso con letra gorda en la caja, en vista del caso que hicieron). Sin embargo, hubo suerte, así que aquí no había pasado nada.

O eso pensaba yo, porque había problemas con los derechos de autor de algunos de los libros, así que ese paquete había que devolverlo. Puesto que se lo podría llevar el mismo mensajero que trajese los libros correctos, no había problema. Empecé a trabajar otra vez en jornada partida, de diez a dos y de cuatro a ocho, pero mi familia había regresado y alguien habría para recoger las cajas nuevas y devolver la equivocada. De hecho, estaba almorzando en el trabajo cuando me llamó mi madre para comentarme que la mensajera alegaba que nadie le había dicho nada acerca de retirar el envío anterior y que había tenido que discutir un poco con ella antes de convencerla de que se llevara los libros y le cobrase los portes a Seix Barral, que nosotros no teníamos la culpa del error y que lo habíamos convenido así. Pero la mensajera al final aceptó retirar la caja, así que aquí no había pasado nada.

Registrar y etiquetar libros es una tarea muy entretenida, forma parte del ritual de liberación y, para mí, que pienso que todo libro que va a la calle es libro que se pierde para siempre, es la parte más interactiva y bonita de la actividad becera (en lo que a libros se refiere, claro), de modo que disfruté bastante con esa parte. Incluso aproveché para leer Una palabra tuya, de Elvira Lindo, antes de tener que soltarlo (preciosa novela, a ver si algún día me siento inspirada para hablar de ella). Todo iba bien hasta que, tras haber indicado que la liberación se haría a las cinco de la tarde en el Parque de María Luisa, me llega un mail especificando que la liberación será a las doce de la mañana. Unos ocho libros estaban ya anunciados para la tarde, pero como eran cincuenta, pensé que con especificar la hora correcta en todos los demás ya estaría bien y seguí. Aquí no ha pasado nada.

Como ya comenté, tengo la jornada partida, de modo que de diez a dos y de cuatro a ocho no tengo el móvil apagado, pero sí silenciado y metido en el bolso y no me entero si me llaman. Cuando el jueves empecé a encontrar llamadas perdidas de un número oculto, me dolió que me pillasen en horas de trabajo, porque estaba esperando que me avisaran de otro lugar y era una pena perder un puesto distinto mientras aún estaba en éste (se me termina el contrato en nada). Y mira que insistían... El viernes, además del número oculto, comenzaron los números desconocidos, aquellos que no tengo en la agenda y que no me suenan de nada. Esos números siempre despiertan mi curiosidad, porque ¿quién sería y qué querría?, pero en esta ocasión ya comenzaba a tocarme un poco la moral porque la batería del móvil, que había cargado esa misma noche, empezaba ya a dar las boqueadas. Cuál no sería mi sorpresa al llegar a mi casa, a las dos de la mañana (jejejeje, al salir del trabajo me fui de pingoneo con mis compañeras) y encontrar un e-mail donde se me indicaba que los de Cadena Ser querían hablar conmigo (obviamente, ni me encontraron, ni hablé con ellos). Dado que quienes me mandaban los mail eran los de prensa de Seix-Barral y nunca me dijeron que yo tuviera que atender a nadie porque ellos mismos ya habían pasado nota a los medios, saber que quienes me habían gastado la batería y hecho pensar que había perdido un puesto en otra parte era la prensa no me hizo demasiada gracia, pero merced a mi jornada me había librado de todos, así que aquí no ha pasado nada. Hasta hoy.

Estaba feliz y contenta en mi casa, preparando una primera tanda de unos treinta libros (yo sola no podía cargar con los cincuenta) para llevar al parque cuando me llaman al móvil. Un número que no conozco y al que descuelgo con curiosidad: es alguien que se identifica pero cuyo nombre no distingo y que me dice que qué pasa, que son las once y media y que allí no hay nadie. Yo contesto que qué me cuentan, si la liberación es a las doce y voy yo sola, así que prisas ninguna que demasiado que he encontrado a quien me lleve en coche hasta allí, que llegaré puntual, pero me contestan, con tono de voz irritado, que la nota de prensa de Seix Barral indica que todo era a las once y media. Me mordí la lengua por no contestar que yo esto lo hago por amor al arte, y que si Seix Barral convino conmigo que la liberación era a las doce y luego anuncia otra cosa, es problema de ellos y no mío, que ya les pueden ir dando por culo a todos. Pero el móvil no deja de sonar...

Al fin llego a Plaza de América, en el Parque de María Luisa, donde siempre se han hecho las liberaciones masivas en Sevilla, y aviso de que ya estoy allí, que si quieren algo que lo digan antes de que suelte los libros y me vaya. Me dicen que a ellos les han indicado que la liberación es en la Plaza de España, no en el parque, y que los del Canal Sur (ojo, me dijeron Canal Sur) lo tiene complicadillo para moverse, que por qué no voy para allá. Yo tengo treinta libros en una caja que pesa mucho, mi hermana ya se ha ido con el coche y, aunque la Plaza de España está muy cerca, con semejante lastre encima el camino se puede hacer muy largo (de hecho, se me hizo muy largo), pero acepté moverme hasta allí para encontrarme con que me tenían que grabar. ¡Que yo no quiero salir en la tele, que nadie me había dicho nada y yo iba sin peinar, con las gafas llenas de huellas de subírmelas como podía mientras cargaba la caja y unas pintas de gitana tremendas, que no quiero! Pero me graban, me entrevistan, me vuelven a decir que eso no es lo que Seix Barral les había dicho, los libros se acaban en diez minutos y a mi regreso a casa me encuentro notas de caza en las que se quejan de la mala organización.

Esto es más de lo que puedo aguantar. Los de Tele5, cuando hacen su liberación de abril por el rollo de los doce meses y las doce causas, contratan a gente que lleve y traiga los libros: a esos sí les pueden exigir. Pero yo soy un particular, yo hago esto por gusto y a mí nadie me dijo que tuviera que poner la cara para salir en la televisión, ni que tuviera que estar a las once y media en la Plaza de España, ni que se fuera a facilitar mi teléfono a una prensa a la que yo no atiendo desde octubre en que mandé a tomar por culo todo lo relacionado con BookCrossing que no fueran mis amigos y los libros. Para más inri, el dichoso reportaje no ha salido en Canal Sur. pero por si acaso hubiera pasado desapercibido y nadie lo hubiera visto, no ha faltado el voluntarioso que lo ha subido a Youtube para que el que quiera pueda verlo y encima dice que yo di mi consentimiento para salir en la televisión a nivel nacional... Me dijeron Canal Sur, que es autonómica, eso para empezar; nadie pidió permiso porque el muchacho del micro lo arrimó, y se acercó la cámara, porque yo estaba hablando con una chica que lo apuntaba todo en una libreta (vamos, que si miro todo el rato para un lado no es porque sea bizca ni nada, sino porque la chica estaba allí y yo estaba junto a la caja de los libros); y encima lo cuelgan en Youtube por si alguien no sabía que se había emitido esto. Tiene cojones.

Tiene cojones que los de Seix-Barral hayan hecho lo que les ha salido de los huevos y luego, en las entradas de las capturas de los libros, se hable de mala organización porque llego media hora tarde y al punto que no es, cuando fueron los de la editorial los que anunciaron la hora y el lugar erróneos. Tiene huevos que yo tenga que cargar treinta libros de un lado a otro porque hay allí una prensa que nadie me dijo que tendría que atender. Tiene huevos el comentario de "Te he visto en Youtube", cuando huyo de las cámaras de fotos y me niego en rotundo a publicar cualquier imagen mía, porque me cuesta trabajo ir a hacerme las fotos de carnet.

Para la próxima, que no cuenten conmigo, porque el cabreo que tengo hoy no se ve bien reflejado en estas palabras.

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