15.1.08

Ámame... Pero hasta el fondo

Si el título de este post no da una idea lo bastante aproximada del tipo de libro que voy a comentar, seguro que la sinopsis del mismo sí resulta muy reveladora:

"Cuando Lady Caterine Keith recibe al protector que le envía su hermana Linnet MacKenzie para ayudarla a defender sus tierras del rapaz Sir Hugh de la Hogue, su enfado no tiene límites: Sir Marmaduke Strongbow no sólo es inglés, como su odiado enemigo, sino que, además, tiene el rostro completamente desfigurado.

A pesar de sus reparos, a la dama no le queda otro remedio que aceptarle como paladín y esposo, pues sabe que es el único que puede ayudarla a recuperar la confianza de sus vasallos y, sobre todo, a infundir valor a su atribulado hijastro. Muy pronto, Lady Caterine se dará cuenta de que la cicatriz que surca el rostro de Sir Marmaduke esconde una gallardía inigualable y un coraje indomable.

El noble caballero no sólo tendrá que hacer frente a las huestes de Sir Hugh, sino también emprender la más decisiva de todas sus batallas: conquistar el corazón de Lady Caterine, tan poblado de demonios y de sombras del pasado como el suyo propio.

Nuevamente, Sue-Ellen Welfonder ofrece en esta espléndida novela una épica historia de amor ambientada en la Escocia legendaria."

Cualquiera que me conozca se sorprenderá de que haya leído este tipo de obra, pero el que cayera en mis manos tiene su historia, historia que tiene su origen en BookCrossing: unas amigas a las que conocí a través de esta página me hablaron, muertas de risa, de la novela El beso del highlander, de modo que cuando encontré esta novela entre los libros que se iban a liberar en el Encuentro Nacional de BookCrossing me acordé de ellas y decidí traérmela desde Barcelona. Aquí lleva, en casa, desde noviembre, esperando que pueda volver a quedar con ellas para pasarle el librito en cuestión, cuya portada ya es todo un topicazo del género (no haré comentarios sobre cómo la cara de la tía me recuerda a cualquier videojuego de estos hiperrealistas...). Sin embargo, el otro día buscaba algo que llevarme para leer en el autobús y, al ver La novia de la bestia en lo más alto del montón, decidí cogerlo: al fin y al cabo, aunque tenga cuatrocientas setenta y ocho páginas, el tamaño de la letra es tan enorme que no debía durarme más que el viaje de ida y vuelta...

En efecto, es un libro que se puede quitar de enmedio rápido, cosa que es de agradecer porque ¡mira que es malo! No sólo está escrito de esa forma untuosa y empalagosa en la que una de cada dos palabras es un adjetivo para resaltar la suavidad de su piel (generalmente seda), el brillo de su cabello, la turgencia de los pechos o lo rotundo de la virilidad (creo que virilidad es la palabra que más veces aparece), sino que es absurdo también en el contenido: ya en las primeras páginas, la amiga de la protagonista le dice, claramente "Tú lo que necesitas es un buen polvo" y, en cuanto llega el protagonista y la saluda, ella ya sabe quién se lo va a echar... Se supone que Caterine tiene un trauma y no disfruta del sexo porque fue violada por los ingleses, pero en cuanto ve a este inglés en concreto, más macho que nadie y del que se menciona una y otra vez que tiene la polla más grande de todas las Islas Británicas, decide que se quiere deshacer del trauma a polvos. Con el coraje que me da esa típica frase machista ("A esta lo que le hace falta es un buen polvo"), resulta que Sir Marmaduke, el protagonista, es un estupendo psicólogo que le hace olvidar el mal trago a base de, ejem, ejercicio.

Toda la novela es sexo, no sé cómo ninguno de los personajes sufre algún tipo de cardiopatía, agotamiento o similares, porque no consigo imaginar cómo debe ser vivir en excitación constante sin que eso tenga repercursiones en la salud: a Marmaduke le proponen casarse con Caterine y, sin conocerla aún, él ya sabe que va a amarla, pero en cuanto vislumbra su pelo rubio (la de veces que comentan que el vello púbico de la dama también era rubio...) sabe que es la mujer de su vida y que si le da suficiente placer, ella corresponderá a su amor. ¿Desde cuándo calentón y amor son sinónimos? Porque se describe al protagonista como alguien con el rostro desfigurado, pero a cambio se dedican páginas enteras a exaltar su musculatura, su virilidad y el tamaño desaforado de su sexo casi siempre enhiesto. Para colmo, el héroe tiene tal capacidad de penetración en el ser humano (sobre todo, literalmente), que descubre al primer vistazo que el heredero del castillo tiene un severo complejo de inferioridad y, para rehabilitarlo ante sus hombres, ¡no le deja hacer nada en absoluto, sino que se dedica a ser él quien destaque sobre todos, lidere a todo el mundo y libre lo peor de las batallas!

Para corroborar que toda la novela es flojísima, añadiré que la forma en que se descubre al traidor es chapucera; que las pocas escenas de batalla son cutrísimas; que el villano no hace nada en las casi quinientas páginas, más que morir al final como corresponde; que el final es el típico final feliz, aunque esta vez que se consiga que el amor triunfe a golpe de cadera; y que la prosa es repugnante. Sin embargo, me resultaba tan increíble todo esto que me tuve que reír: no veo el momento de pasarle esto a mis amigas y poderlo comentar.

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