26.2.08

¡Escalpelo! ¡Fórceps!

Hace algún tiempo, mi mentora en temas de anime (jo, Ana, a ver si te llamo, ¡que yo también echo de menos el café quejoso de por la mañana!) me comentó que estaba contenta porque al fin había encontrado el anime de una serie que le gustaba mucho, sobre una doctora con Rayos X en los ojos. Honestamente, el tema no me pareció demasiado apasionante y por tanto lo dejé correr, pero los caminos del frikerío son inescrutables: me tocó ejercer de correctora de la serie Blue Drop, que es bastante aburrida pero me indujo a interesarme por los correspondientes manga, con lo cual terminé por indagar en la obra del autor, Yoshitomi Akihito. Fue entonces cuando supe que el autor de tanto yuri era quien había dibujado la serie de la que Ana me hablaba y que dicha serie en efecto había sido llevada al anime, así que, Tokyotosho mediante, me la bajé. Para más inri, entre el desempleo y otras cuestiones estaba bastante deprimida, así que pensé que la sangre y las vísceras supondrían la distracción perfecta y ¿qué mejor que una serie sobre cirugía para garantizarme la casquería? Así fue cómo encontré Ray The Animation (la web oficial está en japonés, por cierto) debido a un cúmulo de circunstancias y coincidencias que lo propiciaban y ¡la he visto en dos días!

Supongo que no tiene mucho mérito ver una serie de sólo trece capítulos en dos días, pero algo deben tener las aventuras de esta doctora cuando han conseguido que me plantee comprar el manga correspondiente, que Glénat ha editado en España y que me va a suponer un buen desembolso... Así que entremos ya en materia:

Existe una organización, llamada "El Sindicato" (juas, ¿cuántas organizaciones criminales hay que se llamen así, en cuántas series?) que cría niños para vender sus órganos. En el caso de Ray, fueron sus ojos los destinados a la venta, pero fue rescatada y no sólo encontró una madre adoptiva, sino que Black Jack (personaje de otra serie de manga, a la que de este modo se homenajea) le restauró la visión y añadió algo más: la capacidad de penetrar la materia. No digo Rayos X porque esta mujer puede ver a través de las paredes, sí, pero también puede percibir los tejidos blandos y los órganos. Con semejante don y con el ejemplo de su madre, Ray decide convertirse en médico, aunque no puede olvidar a todos los que dejó atrás, en aquella habitación blanca que no era más que una granja de cría, ni perdonar al hombre que portaba un sello con una H y que dictaminó que debía perder sus ojos.

Lo más curioso es que esta serie tenía todas las papeletas para no gustarme: los casos a los que se enfrenta Ray son aquellos en los que una triste bacteria muta hasta convertirse en un monstruo gigante que está fagocitando a su paciente en lugar de matarlo de infección como sería de esperar; trabaja en un hospital donde las enfermeras tienen de ninja tanto como de enfermeras y el propio director es un peligro de por sí; donde yo esperaba sangre y casquería, tenemos unas operaciones muy rápidas, sin detalles, que se desarrollan al ritmo de una musiquilla tal que una espera ver cómo Ray se sube en el bat-móvil en lugar de coger el bisturí; y prácticamente cada capítulo es una historia independiente de las demás. Sin embargo, todos esos casos extraños terminan por estar relacionados con las actividades de "El Sindicato", con lo cual cada una de estas historias, en apariencia independientes, es un paso más para que se vaya descubriendo el pasado de Ray y todos los intereses que se movían en torno a aquella granja de órganos.

Aunque Ray pueda tener el tipo de heroína solitaria, porque es fría e incluso un poco borde, los personajes que la rodean y que se convierten en sus amigos son de lo más variopinto. No sólo el director tiene más pinta de mafioso que cualquiera de los malos, con su parche en el ojo, su pata de palo y su barba hasta la cintura, sino que entre las enfermeras se cuentan desde la tímida hasta la friki que adora las teorías conspiratorias que puedan circular por internet, aunque todas ellas se defienden bastante bien en una pelea cuerpo a cuerpo; pero todos ellos son leales compañeros y, si bien desconcierta un poco el tipo de hospital en que trabaja Ray, son estos personajes los que dan el toque de humor a la serie.

Digo el toque de humor porque la calidez, para mí, la da Shinoyama, compañero inseparable de Ray e ingeniero, constructor de órganos artificiales. ¡Me encantó este personaje! Aunque Ray sigue enamorada de Koichi, uno de los niños que compartían su encierro en las instalaciones de "El Sindicato", Shinoyama no se corta ni un pelo a la hora de declararle lo amor y lo hace con una naturalidad tal que parece broma y no resulta cursi ni pesado, sino divertido. Sin embargo, a mí me debió pillar el día tonto, porque terminé por sentir debilidad por este personaje, por su entrega, su lealtad y por la tranquilidad con que acepta que donde no hay, no se puede rascar.

En conclusión, que la serie es entretenida, mucho: tiene de todo, pero nunca resulta ser dramática o edulcorada, sino que consiguió mantener mi interés pese a todo lo que ya he largado de ella.

Habrá que buscarse el manga... (Que casi nueve euros por tomo son para pensárselo bien, ¿eh?).

No hay comentarios: