10.9.09

Un par de frases de La isla inaudita

Por cuestiones que no vienen al caso (pero que se pueden resumir en trabajo y otras distracciones), en estos momentos no tengo tiempo ni ganas de disertar sobre lo mucho que me apasiona la obra de Eduardo Mendoza. Curiosamente, sus obras más famosas no me gustaron nada: La Ciudad de los Prodigios me pareció un coñazo considerable y nunca conseguí encontrarle la gracia a Sin noticias de Gurb, pero el resto de sus novelas son otro cantar. ¡Me gustan todas! Sin embargo, hay algunas que no he tenido ocasión de leer aún.

Ése era el caso de La isla inaudita, que compré hace poco en la librería Beta de la Calle Sierpes y que me ha durado un suspiro. A pesar de que en la página 209 de mi edición de Seix Barral me haya encontrado "jirones" escrito con g y mis tendencias ortonazis me lleven al extremo de abominar de toda edición cuyos correctores no hayan hecho su trabajo, no puedo dejar de apreciar frases como éstas:

"-Además, permítame discrepar, como hombre de ciencia, de eso que usted llama amor.
-Dicen que hay quien se muere de eso -apuntó Fábregas.
-Más bien hay quien se aferra a esa quimera cuando se siente morir de otras causas más crudas." (Página 199)

Y "No pierda tiempo: viva su vida y reflexione y si después de eso aún le queda tiempo libre, lea." (Página 289).

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