22.7.08

Vos también tenés tu corazoncito

Voy a copiaros algo extraído de El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, una obra que tiene los puntos suspensivos y los silencios más expresivos de todo lo que he leído. Hace siglos que leí esta novela y me hice con un ejemplar a través de BookCrossing que catalogué como Permanent Collection, pero ya encontré una edición muy asequible para comprar mi propio ejemplar y por tanto ese libro BC está dispuesto para viajar. Hoy, al cogerlo para anunciar que lo libero, en las página 35 y 36 de esta edición del Círculo de Lectores correspondiente a la colección Maestros de la Narrativa Hispánica, vuelvo a leer lo siguiente:

-¿Te gustó?
-Sí...
-¿Mucho o poco?
-Me da lástima que se terminó.
-Pasamos un buen rato, ¿no es cierto?
-Sí, claro.
-Me alegro.
-Yo estoy loco.
-¿Qué te pasa?
-Me da lástima que se terminó.
-Y bueno, te cuento otra.
-No, no es eso. Te vas a reír de lo que te voy a decir.
-Dale.
-Que me da lástima porque me encariñé con los personajes y ahora se terminó, y es como si estuvieran muertos.
-Al final, Valentín, vos también tenés tu corazoncito.
-Por algún lado tiene que salir... la debilidad, quiero decir.
-No es debilidad, che.
-Es curioso que uno no puede estar sin encariñarse con algo... Es... como si la mente segregara sentimiento, sin parar...
-¿Vos creés?
-...lo mismo que el estómago segrega jugo para digerir.
-¿Te parece?
-Sí, como una canilla mal cerrada. Y esas gotas van cayendo sobre cualquier cosa, no se las puede atajar.
-¿Por qué?
-Qué sé yo... Porque están rebalsando ya el vaso que las contiene.

Me encantó este pasaje cuando lo leí por primera vez y me sigue encantando ahora, no sólo porque yo también siento alejarme de los personajes con los que he empatizado durante una lectura.

(Bueno, el libro es de BookCrossing, así que si alguien está interesado, se lo puedo mandar por correo ordinario para que de ese modo continúe su viaje)

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