26.3.08

Casualidades de la vida

Supongo que podría hablar del manga de Ray, que es infinitamente mejor que el anime (que ya comenté); podría comentar la novela Teresa Raquin, de Zola, pero ni siquiera he hecho la entrada correspondiente en BookCrossing; podría explayarme sobre Paprika porque no sólo me ha fascinado la película, sino que la banda sonora parece ser lo único que puede reproducir mi ordenador... Pero como no tengo ganas de quebrarme demasiado la cabeza con una redacción que pueda parecer coherente, pues cuento una gilipollez y ya está.

Hoy, en el autobús, tenía la neurona dividida entre la lectura y mis propias paranoias (demasiadas cosas hay en mi vida que no me gustan, últimamente, y no siempre la lectura equivale a evasión, aunque ayude bastante), cuando ambas cosas confluyeron de forma natural. Para ser más concreta, diré que estoy leyendo Literati, de Barry McCrea, que a pesar de que no augura nada bueno para su desenlace y creo que va a decaer muchísimo, me tenía basatnte intrigada: Niall descubre las sortes, que consisten en abrir un libro cualquiera, elegido sin pensar, y escoger también un párrafo al azar que contestará a la pregunta cuya respuesta se busca. Las palabras terminan por ser un ente en sí mismas, con independencia de su contexto, y Niall se ve atrapado en una atmósfera de irrealidad causada por esa autonomía de significado, que le impide hilar un término con otro y contemplar los textos con coherencia. Dado que me gustan los libros y que esa pesadilla de aislamiento está bastante bien narrada para mi gusto (o quizá es que tan sólo estoy receptiva para esta clase de paranoias, estos días), me dejé llevar un poco y, abriendo el libro por una página cualquiera y sin haber hecho ninguna pregunta en concreto, apareció este texto:

Si no hay esperanza, dame un beso y separémonos.
Nada he hecho; nada más obtendrás de mí,
y me alegro, sí, me alegro de todo corazón,
de poderme librar tan netamente;
despidámonos para siempre, olvida tus juramentos,
y cuando volvamos a encontrarnos alguna vez,
que no se note en tu rostro ni en el mío
que conservamos algo del antiguo amor.


Se trata de una de las citas de otros libros que Niall utiliza para realizar las sortes, pero no se menciona la obra original. Tampoco es que sea de una belleza sobrecogedora, bien podría ser la letra de una canción de puro normal, pero... También hubiera podido ser la respuesta a una de las muchas preguntas que me bullían en la cabeza.

Casualidades de la vida.

P.D: Juas, yo misma me sorprendí de ceder al impulso, que sabía que estaba un tanto desequilibrada, ¡pero no sabía que tanto! Y cuando pensé que bien me vendría aplicarme el cuento de ese texto (aunque de forma parcial), opté por repetir el experimento y verificar que había sido eso, una casualidad. Pero ¿a que sería bonito encontrar respuestas en los libros de forma tan literal?

24.3.08

Más proyectos de BC en Sevilla

Esta entrada viene a ser la segunda parte de ésta otra, así que dudo mucho que interese a alguien que no sea amigo mío o quiera enterarse de las movidas de BookCrossing en Sevilla... No obstante, creo que la gente de Hacklab Hackarena está acometiendo un proyecto bastante ambicioso, pero también muy bonito, así que no está de más darle la mayor difusión posible aunque yo no me entere de la misa la mitad. Pero mejor empezar desde el principio.

Ya conté que nos habían propuesto ayudar e informar en la Zona de Cruce Oficial que iban a montar en el Mercadillo Cultural del Pumarejo. Acepté, fui... Y me encontré con que además de los que siempre están allí con las litronas (honestamente, de esa plaza yo conocía sólo su mala fama) estaban varios puestecillos con libros de segunda mano, los chicos del Hacklab con sus folletos, sus DVD y sus revistas de informática y ¡un furgón de la Policía Local! Allá que me acerco al tenderete del Hacklab, miro qué libros tienen en el expositor que han habilitado como Zona de Cruce, les paso un pendrive con archivos relativos a BookCrossing (etiquetas, folletos, la historia de la web, etc), me siento ¡y nos desalojan! La versión de los que allí estuvieron se puede leer aquí (me sorprendió leer que Zifra se hacía eco de la noticia, también, porque no sabía que él anduviera metido en estos temas), pero la mía es mucho más light, ya que yo no me indigné en absoluto. En primer lugar, cuando yo llegué los policías estaban en una esquinita sin hacer ruido; al poco, pidieron los DNI a algunos; y lo siguiente que supe fue que nos desalojaban, con lo cual ayudé a desmontar el chiringuito y quedamos en vernos al sábado siguiente, todo con una tranquilidad pasmosa. Aunque siempre sorprende que te desalojen de la calle (generalmente a una la echan a la calle pero ¡yo ya estaba en fuera de cualquier sitio!), todo el rollo de los okupas me hacía pensar que un desalojo es algo violento y desagradable, pero todo se desarrolló con tanta tranquilidad que mi primera experiencia con la policía se quedó en mera anécdota: "Mamá, ¡nos han desalojado! Como almuerzo con unas amigas, me voy directa para el trabajo, no me esperes".

Por lo visto, aunque el mercadillo lleva establecido muchos años y tienen permiso del distrito y de no sé quién más, los policías solicitaban otro tipo de permiso diferente que la gente del Pumarejo se agenció a lo largo de la semana, de modo que al segundo sábado ya pudimos tomar posesión de la plaza con tranquilidad. Durante ese segundo sábado los transeúntes se llevaron libros, le vendí el rollo becero a todo el que quiso escucharlo, conocí gente y pasé una mañana de lo más agradable, con lo cual animo a aquellos usuarios que quieran cotillear qué novelas hay disponibles a que se pasen un rato por allí aquellas mañanas de sábado que no tengan nada que hacer. Es más, el tercer sábado se acercó una mujer no a llevarse libros, sino a darnos aquellos que le estorbaban por casa, luego creo que esta colaboración es beneficiosa para BookCrossing en todos los aspectos posibles: cuando no es algún usuario nuevo, son libros para liberar, de modo que, en lo que a mí respecta, intentaré acudir todos los sábados que pueda.

El cuarto sábado era Sábado Santo, así que me fui para allá con los dos únicos chavales del Hackarena que acudieron para encontrarme con que ¡éramos los únicos asistentes! De modo que me propusieron irme con ellos a la nueva sede que tienen, en el Centro Social San Bernardo. Yo no tengo ni puñetera idea de ordenadores, ni de electricidad, ni de nada, pero como ya me habían comentado que quieren habilitar una estantería con libros de BookCrossing en su nueva sede, pensé que podría ir a cotillear (que no a ayudar, porque yo no sé montar un servidor, ni derivar cables, ni tenía ganas de ponerle a limpiarles el local). Cuál no sería mi sorpresa cuando me encontré en una casa ocupada (argh, que yo soy burguesa en lo que al tema de la ocupación respecta), comida de mierda y atiborrada de trastos y pensando "¿Y yo qué hago aquí?".

No obstante, a base de escuchar a Javier, ha terminado por convencerme de que ese proyecto es bastante idealista, pero es bonito: en esa casa van a tener su sede muy diversas asociaciones que quieren desarrollar allí sus actividades, hasta el punto que ya han empezado diversos cursos y talleres. No sólo nos hacen un huequecito a los usuarios de BookCrossing para coger y dejar libros, sino que Javier pretende ponerse en contacto con asociaciones de otakus y roleros para organizar proyecciones, charlas y cualquier actividad que pueda resultar interesante. En definitiva, ofrecen un sitio para todos aquellos que quieran compartir lo que saben y lo que tienen con los que puedan estar interesados.

Yo no pertenezco a ninguna asociación ni sé hacer nada en particular, así que el único granito de arena que puedo poner es darle publicidad a esta iniciativa, por si alguien se apunta...

23.3.08

¿Te pegas un mes sin escribir y ahora me cuentas esto?

Juas, ¡si hubiese esperado tan sólo tres días más, hubiera celebrado un mes completo sin escribir! Pero cuando tenía tiempo, no tenía ganas, y es justamente hoy que tengo otras cosas que hacer cuando me siento delante del ordenador a comentar mis impresiones sobre Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia. No es porque el libro me haya gustado o porque necesite defenestrarlo públicamente para mostrar mi repulsa ante semejante pastelón (aunque es cierto que me ha parecido un asco pasteloso, a pesar de que la palabra pasteloso no esté recogida en la RAE), sino porque creo que se lo debo a la chica que me pasó los libros. Os cuento:

Quien a estas alturas no sepa que estoy metida en el rollo BookCrossing (ya contaré más adelante cómo va el tema del Mercadillo Cultural del Pumarejo y la Zona Oficial de Cruce que quieren montar en la Casa de San Bernardo) es que no sabe de mis actividades por la red. Fue precisamente a través de BookCrossing que la gente que Clickart me ha ido pasando ejemplares de todas las novelas a las que les han diseñado la web promocional. A cambio, yo me comprometía a darles publicidad en blogs, foros y allá por donde yo pululase y a hacerlas circular de mano en mano, pero confieso que sólo cumplí con la segunda mitad del trato: todas las novelas de Paulo Coelho ya están perdidas por España, La muerte lenta de Luciana B. está empaquetada y lista para viajar a Barcelona y ya ando buscando a quién encajarle Perdona que te llame amor, pero todavía no había hablado de ninguno de estos libros en ninguna parte, a pesar de las muchas ganas que tengo de explayarme sobre Algo tan parecido al amor, que leí allá por noviembre y me encantó. Sin embargo, Algo tan parecido al amor me exige un estado de ánimo del que ahora mismo estoy huyendo, así que prefiero poner a parir Perdona si te llamo amor... Porque es una obra que se presta muchísimo a sacarle defectos a puñados (una muestra de mis primeras impresiones, en el journal del libro). Vamos allá:

"Federico Moccia se ha convertido en el gran fenómeno editorial italiano de los últimos años con más de tres millones de libros vendidos. Su tercera novela, Perdona si te llamo amor, con ventas que superan el millón de ejemplares, ha pasado a ser un verdadero punto de referencia para varias generaciones de nuevos lectores, que se ven reflejados en la autenticidad de su historia.

Niki es una joven madura y responsable que cursa su último año de secundaria. Alessandro es un exitoso publicista de treinta y siete años a quien acaba de dejar su novia de toda la vida. A pesar de los veinte años de diferencia que hay entre ambos y el abismo generacional que los separa, Niki y Alessandro se enamorarán locamente y vivirán una apasionada historia de amor en contra de todas las convenciones y prejuicios sociales.

Una deliciosa novela sobre el poder del amor ambientada en las románticas calles de Roma. Perdona si te llamo amor es, además, una involuntaria guía alternativa de esta ciudad. Deseosos de conocer los escenarios de esta Love Story contemporánea, jóvenes de todo el mundo buscan los consejos que aparecen diseminados por todo el libro para descubrir dónde comer las mejores pizzas o saborear los helados más exquisitos."

Para empezar, veamos cómo la sinopsis miente más que habla: dejaremos aparte que en sus primeras dos novelas el autor habla del amor de dos personas de muy diferente extracción social para explotar en la tercera el rollo de la diferencia de edad, lo cual parece el mismo perro con distinto collar, para examinar esas frases que hacen referencia a la autenticidad de la historia y a que Niki es madura y responsable... ¡Y una mierda! ¿Qué tiene de realista que una jovencita a la que se define como hermosa (hermosa, no guapa, ni atractiva) se salte un ceda y se empotre contra un coche y el tío de treinta y siete años que es un publicista famoso y gana una pasta gansa se líe con ella en lugar de pedirle los papeles del seguro? Ella decide desde el primer momento que él es el amor de su vida y él se deja acosar porque, lejos de mandar a la mierda a una pesada semejante, le hace gracia: le ejerce de taxista y no sólo se divierten horrores sino que follan como conejos. Oh, sí, un realismo increíble, todos conducimos un pedazo de Mercedes y tenemos mil quinientos euros en el bolsillo para pagar a un detective privado que investigue si nuestro amigo tiene cuernos, es algo que pasa todos los días.

A fuer de resultar una historia forzada e irreal, las amigas de la protagonista se han puesto un nombre, como si fueran una pandilla de canis callejeras en lugar de una piara de crías de instituto. El autor pretende demostrar que la adolescencia está llena de felicidad y diversión y esas escenas de gamberreo juvenil son absurdas a más no poder, hasta el punto que no pude dejar de pensar "Pero ¿son adolescentes o es que son tontas?". En vista de que Niki es la "madura y responsable" (una niña que se pasa toda la novela mintiéndole a sus padres, subiéndose al coche de extraños sin dudarlo, que coge el volante de manos del conductor sin pensarlo, haciendo apología de las vacaciones autoregaladas aunque el autor pretenda hacer ver que es Carpe Diem), no es de extrañar que todo lo relacionado con las escenas entre amigas resulte artificioso, como si esa felicidad fuera algo impuesto, innatural en gente de diecisiete años. Parece que el autor dijera "Niñas, ahora toca parecer alocadas y felices" y quisiera aparentarlo a cualquier coste. Bastante penoso.

Tenemos a un tío con dinero y a una chavalita majarona que se enamora a primera vista. Él se deja seducir por la idea de la libertad, la improvisación y aprovechar la vida, lo cual es un tópico muy trillado, demasiado, pero lo peor es que la sinopsis habla de convenciones y prejuicios sociales ¡y estos no aparecen en la novela! Las amigas de Niki están encantadas de que se líe con un tío mayor, sobre todo si el sexo es bueno; los amigos de Alessandro le envidian la novia que se ha buscado; los padres de la chica deciden demasiado pronto que todo sea por el bien de su hija; ¡incluso los contratiempos son pocos y cortos! Un accidente de una amiga, una escena de celos, ¡hasta el regreso de la ex! Esta novela está compuesta de ciento y pico capítulos cortísimos y cada crisis ocupa, a lo sumo un par de capítulos, con lo cual la proporción de disgustos es ínfima respecto a la cantidad de páginas que dedican a comer por ahí, a experimentar con el sexo o a viajar: que la ventaja de que él está forrado es que pueden vivir cosas que no se pueden experimentar sin haber ahorrado previamente.

En definitiva, esta novela es una novela sobre la felicidad, y la felicidad es aburrida de leer porque puede llenar de plenitud a quien la vive, pero termina por resultar monótona a quien la ve desde fuera, por mucha imaginación que le echen a la hora del sexo. Se trata de una obra del montón, sobre la necesidad de aprovechar el tiempo y de tomar las cosas tal y como vienen, esa filosofía que está ya más vista que el tebeo y que tampoco se descubre aquí de una forma que pueda resultar original. Todo es demasiado idílico desde el principio y, por tanto, no me causó más que hastío y fatiga.

Pastelosa, pastelosa, pastelosa: ideada para pegarle una etiqueta de BookCrossing y tirarla a la calle, ¡porque yo no quiero que esto se quede en mi casa!