20.11.07

Milk Closet o cómo enloquecer por gusto

Llevo una buena temporada sin escribir y quizá se deba a que todo lo que debiera redactar son compromisos: mi opinión sobre Stardust, sendas reseñas sobre los libros que Ediciones Destino donó a los beceros sevillanos, publicidad para mi propio trabajo friki... Sin embargo, todas ésas son cosas que me gustaría comentar, sí, pero desde una óptica estrictamente personal y debo reconocer que tampoco me apetece demasiado contar mi vida en estos momentos. De modo que, de los males, el menor, y os cuento mi vida con la excusa de hablar de Milk Closet.

Milk Closet es un manga compuesto por cuatro volúmenes y dibujado por Hitoshi Tomizawa, cuya obra Alien9 ha sido publicada en España por la editorial Ivrea. Cito Alien 9 porque, por lo que he podido ver, esta serie guarda mucha relación con Milk Closet: niños, alienígenas y simbiontes.

¿Cómo descubrí esta obra? Por casualidad, como todo lo relacionado con el mundo otaku y literario: no hace mucho encontré una web inglesa, Kotonoha, que traduce y edita mangas seinen (entre otras cosas, dado que tienen colaboraciones con Lililicious.net, web que se dedica al yuri). Llegué a ella porque la serie The hour of the mice me había llamado la atención y eran ellos quienes la sacaban: bastó cotillear unas cuantas sinopsis y series para saber que el sitio debía ser desvalijado a conciencia para ir conociendo más de un género que no he cultivado demasiado... Así que cuando Norma anunció que había editado Wild Life y nos estropeó la diversión a un amigo y a mí, que la sacábamos en castellano, le sugerí The hour of the mice como sustituto y le mostré la web de Kotonoha. Él me respondió que era mejor abordar una serie que ya estuviese completa, para evitar el quedarnos a la mitad como nos había pasado con Wild Life, y sugirió que tradujésemos Milk Closet.

En aquel momento, me pareció una buena opción, ya que no sabía que otros grupos habían sacado ya el primer tomo (aunque abandonaron el proyecto, en vista de la cantidad de tiempo transcurrido desde que terminaron dicho tomo) o planeaban editarlo (la release de Menudo fansub está fechada tan sólo un día antes que la nuestra), así que nos embarcamos en ella: si bien con Wild Life mi primera impresión fue mala y luego mejoró, según voy leyendo Milk Closet aumenta mi desconcierto. ¿Dónde nos hemos metido? Para que os hagáis una idea del berenjenal en que nos hemos internado voluntariamente, ahí os dejo mis impresiones:

Milk Closet: la historia
En el año 2005, los niños comienzan a desaparecer en masa (en el texto en inglés aparecía el término "in droves", que significa literalmente "en manada" y, como ni al editor ni a mí nos gustan los niños, él decidió emplear la traducción literal porque suena despectiva con las criaturitas; no hubiésemos tenido empacho en decir que desaparecían piaras de niños xD), pero algunos pueden regresar tras la desaparición. A estos niños, que se esfuman de este mundo para visitar otros universos poblados de seres extraños, se les considera afectados por el "Síndrome de Liesl" y sus visitas a otros mundos, denominadas "saltos", son meticulosamente registradas y controladas por los médicos.

Más o menos esto es todo lo que se puede contar sin estropear la lectura del primer tomo, porque es lo único que se describe en el primer capítulo: añadir más es adelantar sucesos y por tanto dejo al arbitrio del lector el seguir leyendo, aunque procuraré no comentar ninguna cosa de capital relevancia.

Yamaguchi Hana es una niña que padece el Síndrome de Liesl y está cansada de ser considerada una enferma y de que la obliguen a saltar y a relatar los horrores que ve durante sus saltos, de modo que cuando una niña rubia (que me cae fatal, porque me recuerda a Amber de Darker than Black) le facilita unos lazos rojos que la llevan a su propio mundo, un universo paralelo calcado al nuestro pero donde ella jamás ha saltado ni estado enferma, cree encontrar al fin la felicidad. Sin embargo, algo falla y Hana se pierde en otro universo, donde tendrá que buscarla Tachibana Tarou.

Para sobrevivir en ese universo paralelo, Tarou y Hana admiten en sus cuerpos a unos bichos simbiontes cuya increíble capacidad de regeneración los mantiene con vida (nosotros los llamamos parásitos intestinales, ya que quedan colgado de la espalda de los niños a modo de colas y eso implica que se podrían haber introducido por el...) y regresan a nuestro mundo para encontrarse con otros niños en su misma situación: estos niños con cola forman el Escuadrón Milk y deciden rescatar a todos los desaparecidos.

Hasta este punto, la trama no es difícil de seguir, pero a partir de aquí todo se vuelve confuso y extraño: hay unos insectos en un universo que quieren destruir el nuestro, y en un principio puede parecer que el Escuadrón Milk luchará contra ellos, pero rápidamente esta línea argumental pierde fuerza en favor del plan de la rubia, que quiere construir un universo nuevo a imagen y semejanza del nuestro; no obstante, pronto aparece un adversario de la rubia y... Y aún me estoy leyendo el tercer tomo, pero me da la sensación de que cada vez que creo entender lo que estoy leyendo, el autor se encamina en la dirección opuesta. Si sigo leyendo no se debe sólo a que esté ayudando a sacarlo en castellano y, por tanto, tarde o temprano tendré que enfrentarme a lo que aún me queda, sino porque estoy tan desconcertada y tan perdida que me siento impelida a seguir, aunque sólo sea por ver cómo se resuelve el entuerto y cuáles son las pretensiones de la rubia y el destino de los seiscientos universos existentes.

En cuanto al dibujo, es lo más chocante de todo, dado que resulta bastante infantil: caritas redonditas y cuerpos regordetes de críos, un trazo muy limpio y, aunque haya escenarios muy detallados, por norma general no me resultan recargados ni me distraen de la acción principal, que es lo que me suele ocurrir cuando hay excesos de detalle en los fondos. Sin embargo, hay monstruos grotescos, sangre, canibalismo, putrefacción y una serie de elementos que resultan más inquietantes precisamente por el dibujo tan infantil y entrañable que los ilustra.

En conclusión, creo que la serie se disfruta tanto como una película de miedo, porque su atractivo radica en la incomodidad que puede producir.

Milk Closet: el making off
Decía que no tenía ganas de escribir porque me apetecía más contar mi vida que redactar de forma coherente, de modo que no puedo sustraerme de relatar cómo está resultando la elaboración de nuestra versión de Milk Closet, que podéis encontrar aquí.

En un principio, yo sólo me encargo de la traducción. Como mis conocimientos de inglés se limitan a lo que pude aprender en el instituto y en el inglés de facultades, en otros proyectos mis traducciones han sido más que libres: aunque el sentido y el significado sea el mismo (o eso procuro), cuando el lenguaje es coloquial no puedo evitar transformar las frases de modo que se ajusten a mi propio lenguaje coloquial, sin contar que se trata de un manga y por tanto las frases demasiado largas o elaboradas quizás no cupieran en los bocadillos. Sin embargo, esas libertades que me tomaba en Wild Life son impensables en Milk Closet, dado que es una serie eminentemente visual. ¿Para qué gastar tinta en palabras si se pueden mostrar escenas y dejar que se sucedan páginas y páginas donde las únicas letras se dedican a las onomatopeyas? Y aquí es donde viene lo divertido: las onomatopeyas.

Como yo traduzco los diálogos y estos brillan por su ausencia, el trabajo ha sido poco y fácil. Sin embargo, para el editor, que se encarga de todo lo demás, Milk Closet está siendo el infierno porque ¡hay un ruidito para cada cosa! Y como los de Kotonoha usaron una fuente distinta para cada onomatopeya y emplearon algunas que no nos resultaban reconocibles, allá que el traductor se propuso traducirlas a su aire... Así fue como, Gtalk y micrófono mediante, nos hemos pasado las tardes rascando cestas de mimbre, pellizcándonos los mofletes y arrastrando collares de cuentas sobre la mesa para intentar captar cómo son esos sonidos y cómo podrían transcribirse. Creo que el resultado es tan estrafalario e ilegible como las onomatopeyas inglesas pero ¡cuántísimo me he reído con estas experiencias!

Y no me enrollo más. Si os pica la curiosidad y queréis hacer una buena obra, podéis descargaros nuestra versión en lugar de la de la competencia (todos los enlaces los tenemos en el blog correspondiente, con la etiqueta Milk Closet) y dejar algún comentario para que no nos sintamos solos...

12.11.07

Juas, doce veces lo mismo...

Es curioso que las obligaciones frikis, como irme al Salón del Manga, me hayan mantenido apartada del anime, pero así ha sido: llevo una buena temporada que no tenía ni tiempo, ni ganas, así que cuando decidí reincorporarme al mundillo otaku opté por hacerlo con alguna chorrada ligerita. Como tengo la fea costumbre de bajarme los reshare que sacan los fansub sin mirar qué serie es, tenía en el disco duro He is my master (Kore ga Watashi no Goshujin-sama) y, dado que el título ya indicaba que no iba a versar sobre universos alternativos donde la existencia de Dios quedaría probada, me puse a verla...

Si alguien llega buscando la serie en descarga directa, le diré que se vaya a buscar a McAnime (me sorprende que haya gente que no conozca esa web, aún), ya que yo bajé la serie completa mediante un torrent de AniMugen (fansub al que agradezco mucho el trabajo pero que en ocasiones deja entrever que su corrector no se parte los cuernos con las revisiones, precisamente) y por tanto no tengo ni idea de dónde se podrán encontrar los capítulos sin pasar por la mula o el Azureus. Pero vamos al lío:

Izumi y Mitsuki Sawatari, de trece y catorce años de edad, huyen de su casa (la serie es tan absurda que ni siquiera merece la pena comentar los motivos, que se descubren muy pronto y no son en absoluto relevantes) y creen encontrar refugio en la mansión de Nakabayashi Yoshitaka, quien se ha quedado huérfano y precisa con urgencia servicio. Sin embargo, su nuevo jefe es un salido que sólo aspira a espiarlas, disfrazarlas con ropas lo más escuetas posibles y tomarles fotos, con lo cual el primer capítulo ya es indicativo de lo único que vamos a ver en la serie: a Izumi siendo despojada de las ropas con una excusa u otra y pegándole a su jefe cada vez que intente algo raro. Para que el ecchi no deje insatisfecho a nadie, lo aderezan con un poquito de yuri y a la servidumbre se unirá Anna-chan, que está tan decidida a ver a Izumi desnuda y a frotarse con ella como su propio jefe.

Y ya está, no hay más. Es cierto que hay un caimán que juega a juegos hentai, una rubia sádica, una hermanita kawaii, un padre pervertido y una madre permisiva, pero ninguno de estos personajes añade nada nuevo a lo que ya he contado: durante doce capítulos, Izumi será acosada por todas partes, de forma constante, hasta la náusea, y acumulará estrés suficiente como para propiciar algo parecido a un desenlace, pero no es más que una vuelta a empezar. Al fin y al cabo, si la chica no enseña, no hay serie...

Por tanto, los puntos a favor de He is my master son muy evidentes para aquellos que gusten de ver pechos en un anime, pero para mí no son más que el grado de absurdo que puede alcanzar en cada capítulo: Mitzuki es una lianta que inventa juegos, concursos y competiciones a cada momento, a cuál más surrealista, y ¡los restantes personajes se dejan llevar! Esto es algo que siempre me ha fascinado en el anime, que alguien se apueste a otra persona como si nada, pese a las protestas de la víctima, y todo el mundo lo contemple como algo natural. En esta serie, la opinión de Izumi es convenientemente ignorada para que así el caimán la pueda desvestir, el amo explotar, su hermana apostar, Anna-chan sobar, etc.

En conclusión, que el argumento brilla por su ausencia y que el tipo de gag es repetitivo y monotemático pero ¡a mí me ha hecho mucha gracia! Es estupenda para pasar un ratillo, sin más.

Aunque tú no lo sepas

Nunca me ha gustado la poesía porque nunca he sabido desentrañar la verdadera intención tras una metáfora: me confunde y me cabrea. No sólo soy adepta a la prosa, sino que toda mi formación transcurrió por las ciencias puras. Así que ha sido por pura casualidad que encontré este poema, que se cita en la novela Algo tan parecido al amor, de Carmen Amoraga, libro del que ya hablaré (hoy no me apetece). El poema en cuestión se titula Aunque tú no lo sepas y fue escrito por Luis García Montero:

Como la luz de un sueño
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo, como la luz de un sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

8.11.07

Adiós a Wild Life

Todavía me estoy recuperando de mis vacaciones en Barcelona, que han sido de todo menos vacaciones: han sido cinco días muy bien aprovechados. Sin embargo, ahora no sólo me toca lidiar con la nostalgia y cierta confusión (¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, y esas cosas metafisicas :P), sino que me encuentro con que Norma Editorial ha comprado Wild Life para editarla en España.

Quienes me conozcan, sabrán que ayudaba a traducir y editar este manga en castellano. Como el editor opina que hay demasiadas series buenas sin traducir y que por tanto es mejor abandonar el proyecto licenciado y dedicarnos a otras cosas, mi trayectoria como traductora independiente ha durado muy poquito...

En cuanto a Wild Life, sólo me queda recomendarla encarecidamente, porque si bien al principio me repelió un protagonista tan chulo y tan cretino, según fui avanzando en la lectura comencé a divertirme de lo lindo con él. Esto fue lo que escribí en su día respecto a esta serie, en el antiguo blog (viva el reciclaje):

Wild Life
Prometí a un amigo que haría publicidad de Wild Life, manga del que he hablado pero en el que no he profundizado en absoluto. Dado que en inglés sólo he encontrado los once capítulos realizados por Boku-tachi y por tanto ni siquiera he podido leer el segundo tomo completo, no puedo explayarme demasiado, pero lo prometido es deuda. Vamos allá:

Según la Wikipedia, Wild Life es el primer trabajo de Masato Fujisaki. Comenzó a editarse en la revista Shonen Sunday y en agosto salió a la venta su vigésimo tercer tomo. De lo que no consigo enterarme es de si hay versión animada o no, porque en la web oficial puede encontrarse un video que data de 2004, pero la página está en japonés y, aunque el video parece un anuncio, no sé si se trata de un OVA, de un proyecto, de la venta de DVD o qué: sea como sea, no he podido encontrar una versión animada por los cauces habituales. Cualquier tipo de información al respecto será bienvenida... Sea como sea, no sé si existe el anime, pero sí sé que el manga ha recibido el premio Shogakukan al mejor manga shonen, premio que en diferentes ediciones han obtenido obras como Dr. Slump, Patlabor, Monster, InuYasha (si miráis la lista, parece que Rumiko Takahashi hace colección de estos) o Full Metal Alchemist.

Premiado o no, ni siquiera sabía que existiese hasta hace un par de meses, cuando un amigo me lo descubrió. Para ser sincera, mi primera impresión fue pésima: Iwashiro Tetsushou es un quinqui cualquiera, un niñato de instituto marrullero y pasota que no hace más que pelearse con los profesores y ser acogotado por su amiga responsable. Sólo tiene una cualidad, el oído absoluto, que no le ayuda a encontrar trabajo... Una tarde, en un parque, salva la vida de un cachorrito y decide ser veterinario. El perrito, al que impondrá el nombre de Perro, lo acompañará en el desempeño de su misión.

Os parecerá mentira pero ¡esa es toda la trama! Tetsushou es el típico tonto con suerte y el dibujo, para mi gusto, no es nada bonito, así que los dos primeros capítulos no me llamaron demasiado la atención: lo golpean cuando dice algo improcedente, tiene respuestas que descolocan a los demás, come mucho, trabaja poco... Nada nuevo ni original. Sin embargo, cuando al fin consigue un puesto como veterinario en un hospital, la serie mejora notablemente: ya dije que sólo he podido leer once capítulos, pero a lo largo de estos dos primeros tomos que he encontrado en inglés no cesan de aparecer nuevos personajes, desde un bisexual hasta un estirado, pasando por el conservador propietario del hospital que no soporta las pintas de Tetsushou, con lo cual las situaciones absurdas y risibles ya no son tan previsibles. Según avanza, el humor sigue siendo bastante simplón, pero (para mi gusto, insisto) mejora notablemente. Hay una viñeta en la que se compara cómo Iwashiro empasta una caries a un koala con el procedimiento real y es divertidísimo ver al koala enjuagándose la boca. Tampoco tienen desperdicio las amenazas del bisexual, que no sólo dice al protagonista que se lo va a comer, ¡sino que incluye a Perro en el lote!

La serie incluye escenas de cirugía, sangre, detalles sobre enfermedades animales y sobre especies raras, no todo se reduce a las patochadas del protagonista. No sé si en algún momento se desarrollará una trama más compleja, dado que en los dos primeros volúmenes sólo se encuentran aventuras aisladas, de un par de capítulos cada una, y a pesar de los precedentes (no se puede decir que Doraemon tenga trama, precisamente xD) no sé hasta qué punto es posible rellenar de este modo veintitrés tomos.

En conclusión, aunque el dibujo me sigue pareciendo horrible, considero que es una buena opción para pasar un ratito divertido y sin complicaciones.